Hola a todos,
Tengo que contaros algo. 
Me estaba preparando un té helado riquísimo cuando alguien tocó a la puerta de mi casa del árbol. No esperaba a nadie y me sorprendió un poco, me preguntaba quién podría ser, así que me asomé por la mirilla. ¡Era el Prof. Bookworm! Normalmente no viene sin avisar, de modo que imaginé que algo no iba bien. Él parecía muy preocupado y le pregunté qué le ocurría. Entonces se desahogó. Estaba muy preocupado por Robby, que desde ayer había desaparecido literalmente del mapa. Ni rastro de Robby en la esquina de la pantalla, ¿no os habéis fijado? El pequeño robot no está muy bien últimamente, así que no tiene ganas de dar consejos ni de ayudar a los nuevos pandas. Pero no quiere decir lo que le pasa. Incluso hay veces que llora. Las lágrimas caen sobre su cuerpo de hojalata y deja a su paso pequeños restos de óxido. 
¡Para Robby llorar es peligroso! Primero, hay un riesgo muy alto de que se oxide, y luego, el agua puede provocar un cortocircuito. Así que hay que volver a animarlo como sea. Pero, ¿qué pasa si Robby no nos dice por qué está triste? Así que le propuse al Prof. Bookworm hablar yo misma con Robby. Quizá me contaba algo más, al fin y al cabo, somos buenos amigos.
Mañana os informo si he averiguado alguna cosa.
Hasta entonces, ¡ojito al parche!
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